Comer con consciencia

Dra. Pamela Solís, psicóloga clínica


Comer con consciencia
La práctica del Mindful Eating
Te invito a que inicies esta lectura reflexionando sobre las siguientes preguntas:

La práctica del Mindful Eating

Te invito a que inicies esta lectura reflexionando sobre las siguientes preguntas:

  • ¿Comes en ocasiones de forma “automática”, por ejemplo, sin hambre, porque es hora de comer, porque tienes la comida enfrente, porque otras personas comen?
  • ¿Realizas otras actividades mientras comes, o sea, no le dedicas exclusividad a tus tiempos de comidas?
  • ¿Comes cualquier alimento que esté a tu disposición sin planificar tus comidas para que sean balanceadas y equilibradas?
  • ¿Comes en respuesta al aburrimiento e inactividad?
  • ¿Comes para controlar el estrés o la ansiedad?
  • ¿Comes frecuentemente para aliviar alguna emoción que te genere malestar, por ejemplo, enojo, tristeza, miedo, vergüenza?
  • ¿Te juzgas mientras comes o después de hacerlo?

Si respondiste que sí a una o varias de las preguntas anteriores te va a interesar mucho el entrenamiento en Mindful Eating (comer de forma consciente).  Este entrenamiento consiste en aprender habilidades para gozar con mayor plenitud del acto de comer, llevando a cabo una alimentación sin juzgarte, con tu atención en el presente, dándote cuenta de las necesidades de tu cuerpo al notar si lo que percibís ¿es hambre? ¿es antojo? O ¿es ansiedad?

Mediante el Mindful Eating se aprende a reconocer los pensamientos (diálogos internos, frases de autocastigo, entre otros), las sensaciones y emociones que surgen alrededor de la alimentación y se identifica entonces si las señales internas corresponden a excitación emocional o si se trata de hambre fisiológica. Todo esto se efectúa de forma amable para con nosotros(as) mismos, reconociendo nuestros juicios de valor sobre la situación determinada y no enganchándonos en ellos para permitirnos generar estrategias de cambio.

Es así como a partir de la alimentación consciente podremos tomar decisiones más reflexivas a la hora de alimentarnos, tomando en consideración las necesidades y señales específicas de nuestro cuerpo y el aprendizaje con el que contemos, generando una mayor percepción de control, autoeficacia, disfrute y, por tanto, un mejor bienestar general.