La ansiedad es un estado emocional que todas las personas experimentamos en algún momento de nuestras vidas. Cuando la ansiedad se presenta en niveles moderados nos anima a enfrentarnos a cualquier tipo de situación (aún si esta situación resulta amenazadora), por ejemplo, la ansiedad nos mantiene alertas cuando estamos hablando en público o cuando respondemos un examen. Sin embargo, cuando los niveles de ansiedad son exagerados, se pueden manifestar algunos de los siguientes síntomas:
- Se paraliza.
- No puede afrontar la situación que se le presenta.
- Tiene taquicardia.
- Sensación de ahogo.
- Temblores en los brazos y piernas
- Percepción de pérdida de control.
- Transpiración
- Miedo.
- Preocupación exacerbada.
- Dificultades en la concentración.
- Agitación
- Trastornos de sueño.
- Problemas gastrointestinales.
En otras palabras, esta emoción que normalmente es ventajosa puede llegar a producir el resultado opuesto en que la persona no logra enfrentarse a las circunstancias trastornándosele su vida cotidiana. Es importante decir que el aprendizaje juega un papel muy importante en el control o falta de la ansiedad, por ejemplo, si a lo largo de nuestra vida hemos aprendido a enfrentar las preocupaciones o los conflictos comiendo -al alimentarnos gozamos de un placer que acorto plazo nos hace sentir bien y dejamos de lado momentáneamente el malestar-, entonces va a ser frecuente que cada vez que tengamos una angustia o percibamos que algo nos genera malestar en el hogar, en el trabajo, con la pareja, amistades, etcétera, comamos de forma descontrolada, es decir, con la sensación de que no podemos detenernos. De esta manera, se entra en una serie de conductas repetitivas que hacen sentir bien a la persona en el momento que las realiza, pero al poco tiempo la misma persona vuelve a percibir incomodidad y, por tanto, reaparece la ansiedad debido a que la causa real no se está solucionado con la ingesta de comida, más bien se pueden generar sentimientos de culpa, vergüenza, entre otros, que agudizan la posibilidad de empezar de nuevo con la secuencia.
¿Qué puedo hacer para que la ansiedad no controle mi peso?:
Identificar los momentos en que aparece el impulso de comer de forma compulsiva; puedes hacerte las siguientes preguntas: ¿qué está sucediendo a mi alrededor?, ¿quiénes están presentes?, ¿qué pienso y cómo me siento antes de llevar a cabo la conducta de comer descontroladamente? ¿qué pienso y cómo me siento después de hacerlo?
No reprimir emociones: las emociones son señales internas de que algo está ocurriendo, entonces necesito aprender a reconocerlas y canalizarlas de forma eficaz, sin ocultarlas, pero tampoco maximizar las y quedándome en ellas.
Buscar otras fuentes de bienestar además de comer: un pasatiempo, reunirme con personas queridas, salir a caminar en medio de la naturaleza, aprender algo nuevo, etc.
Trabajar la autoestima, autoconfianza y autorrespeto: para esto es importante conectarnos con nosotros mismos, con nuestras necesidades, deseos, de forma consciente y plena.
Relajarte: Las técnicas de respiración y de relajación profunda ayudan a mantener un mayor autocontrol y una mejor autogestión de nuestras emociones, pensamientos y comportamientos.
Hacer ejercicio físico: nos ayuda a aumentar la segregación de sustancias generadoras de placer al igual que lo hace el acto de comer. Además, relaja la tensión muscular y nos mantiene más concentrados para conseguir las metas.
Buen patrón de sueño: nos permite estar menos vulnerables a “picos de emociones” y con mayor capacidad de autorregulación.